martes, 2 de diciembre de 2008

domingo, 28 de septiembre de 2008

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy (al menos que el chico que te gusta te invite a cenar).

Cuando llega el domingo, parece que comienza un ritual de preparación para que el lunes, una vez más, todo se encuentre en su status cuo. Dicho en criollo, “tratar de hacer algo con el quilombo de ropa que tengo en mi cuarto”. Es una inmensa tarea la que asumo. Dubitativa, me indago entre meter todo hecho un bollo dentro del placar o comenzar a doblar prenda por prenda y ordenar todo por colores. Ni una cosa ni la otra. La jornada comienza de este modo: primero la música. Podría ir bien algo de Mika, Bebe o Gabriel Ríos (nada de “bolerones melanco” o de música experimental y profunda). Todo tiene que ser libre y ágil. Luego, entro a mi cuarto y comienzo a ver la ropa. Doblo dos o tres remeritas. La cuarta me da ganas de probármela y ver qué tal queda con la mini blanca que me compré el verano pasado -horrible queda-. Continuo con mi labor vestida así. Inmediatamente después suena Lolipop de Mika. Dejo de lado lo que estaba haciendo y comienzo a hacer mi propio show. Canto, bailo y actúo. Al finalizar el concierto, tengo más cosas afuera que al comienzo. Me desespero e intento hacer todo lo más rápido posible.
Cuando lo único que me queda por hacer es la cama y guardar dos pares de zapatillas, me llama una amiga y me quedo una hora hablando. Después, me llega un mensaje de texto en el cual el chico que me gusta me invita a cenar. Y en un salto de alegría, me pregunto ¿QUE ME PONGO? Y toda esa ropa, que tanto costo para que entrara en el ropero, sale y se desparrama en cuestión de segundos.
Ya estoy divina, pero mi cuarto un desastre. Pero no me preocupa e inmediatamente cambio la consigna. Y, similar a lo que me suelo decir con las dietas, me digo “el lunes acomodo si o si”.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Ay, ¿no lo usás más?


Según la Real Academia Española, moda significa “uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, con especialidad en los trajes, telas y adornos”. Por favor disculpen los miembros de la Academia, pero debo advertir que esta definición quedó incompleta. Falta agregar algo que poco a poco se está convirtiendo en un símbolo de la moda: LA REINVENCIÓN, esa fantástica odisea que asumimos cada vez que sondeamos los roperos de madres, tías y abuelas en busca de largos collares de perlas, tapados corte “A”, vestidos princesa, y zapatos (me detengo aquí y felicito a quien tenga la suerte de calzar lo mismo que su madre, tía o abuela y pueda usar de los ochenta algún stiletto de charol bien alto, o unas ballerinas de gamuza o, por qué no, unas plataformas de de madera bien sixties o unas buenas botas tejanas). Lo difícil de la reinvención es saber ponerse un límite y no parecer que se ha salido del túnel del tiempo y que Elizabeth Montgomery nos ha prestado el guardarropa completo que usaba en Hechizada. Es sabido el gran auge que genera el mix de texturas, colores y, sobre todo, el de épocas. Por ejemplo: un pantalón cigarette es un gran comodín a la hora de combinar. Puede llegar a ir bien con una camisa amplia con una buena faja de cuero (directo de los ochenta a su ropero), con una enagua de los veinte o una psico-blusa de los sesenta. ¿Y en los pies? Todo vale: desde unas botas cortas con tachas hasta unas sandalias con boca pescado y taco bien finito. Los accesorios tienen un papel principal. Sobre una remera básica o una blusa blanca, cualquier collar, aros o pulsera levantan y nos da un toque de distinción. No hay nada más gratificante que cuando dicen - Qué lindo collar, ¿dónde lo compraste? Y con orgullo respondemos: - Era de mi abuela. Y nos da orgullo por dos razones: primero, porque nos damos cuenta de la buena reinvención que hicimos y de qué genias son nuestras madres, tías y abuelas en conservar las cosas en tan buen estado. La segunda razón, es que esas piezas se transforman en un ¡modelo exclusivo!, nadie va a tener otro igual. La mejor ecuación: un modelo único sin pagar un centavo. En resumen, cuatro premisas: la primera es buscar con paciencia, tiempo y método (hay que ver diez mil veces todo antes de desechar); la segunda es reinventar (todo puede ser enviado a la modista. Tan sólo con tomar de un lado o ensanchar del otro, se pueden conseguir piezas únicas y nuevas); la tercera es tener cautela: combinar todas las prendas de otras épocas con algo clásico y bien característico de estos días, no perdiendo de vista siempre que estamos viviendo en la primera década del sigo XXI; y como última premisa es la diversión y, si por una noche queremos ser Grace Kelly, lo seremos.

viernes, 26 de septiembre de 2008

¡Bienvenidos a la feria!

Hoy las condiciones meteorológicas son las precisas para la apertura de un Blog.
¿De qué se va a hablar en este blog? ¿Qué voy a publicar? No sé. Sucede que no soy desmesuradamente fanática de algo (ni del cine, ni de la fotografía, ni de la música, ni de la moda, ni de la ecología, ni de la cocina). Pero al no serlo, termino interesándome por todo. Como en una feria donde hay un potpurrí de cosas. Cosas grandes, sólidas, cosas permeables, algunas insulsas, otras de colores. Pero todas con amor…